lunes, 13 de enero de 2014

La violencia en la literatura infantil

Sandra Azuara Pallás

Se cree que se debe proteger a los niños de la violencia, que los libros más adecuados para los niños de educación infantil son aquellos endulzados o los que les enseñan a los niños a contar, los colores o valores morales, sin embargo, toda la literatura infantil está impregnada de ellos, de la ruptura de los más elementales derechos humanos: la discriminación, el vasallaje e, incluso, el incesto.

Es inevitable que nos preguntemos ¿La violencia es innata o es aprendida?, ¿La violencia genera violencia?, ¿Repiten las conductas?

Según Thomas Hobbes el hombre es por naturaleza un ser violento debido a una serie de compuestos que se albergan en el cerebro humano: la testosterona, la dopamina y la adrenalina; hoy en el siglo XXI aún sigue siendo discutible que el hombre sea de naturaleza agresiva pero lo que es cierto es que ha sido representado así desde los orígenes de la literatura y en mi opinión, lo único que hace que las personas no seamos violentas es la cultura y no la naturaleza.


Podemos fijarnos en tres obras muy importantes en la literatura infantil y juvenil: Pelo de zanahoria de Jules Renar y Donde viven los monstruos de Sendak.


En pelo de zanahoria el tema importante es el de la crueldad de los niños, la crueldad en el protagonista, pero también en el comportamiento de sus hermanos y de los otros niños que terminan tratándolo como una bestia. Poco a poco la práctica de la crueldad en pelo de zanahoria lo va poco a poco humanizando.

Renard retrata los peores años de la vida del niño conocido como Pelo de Zanahoria. El escritor revive su propia infancia, dura y llena de humillaciones, y cuenta cómo fue su vida de niño en el campo con una madre que no le quiere, un padre que prácticamente le ignora y unos hermanos que no le comprenden y hacen de él constante objeto de sus burlas. Pelo de Zanahoria va a descubrir de qué materiales está hecho el mundo; pero también el mundo se va a enterar de una vez por todas de quién es Pelo de Zanahoria.

Hablaremos también del clásico de Sendak Donde viven los monstruos


Lo más importante del libro es su diseño que lleva a través de las imágenes al niño a la suma del miedo con una situación que aparentemente es normal pero que se produce en mitad de la noche y a medida que el niño se rebela, la realidad crece y por tanto también la sensación de miedo.




La habitación se convierte en un bosque, un bosque crece en la habitación de Max porque el bosque es el lugar en el que puedes extraviarte, el lugar en el que el niño puede perderse.

A Sendak se le reprochó con este libro álbum sus escenas de violencia y de cuestionar la autoridad de los padres.

Como conclusión podríamos decir que la violencia se ha repetido durante años en la literatura infantil, que no es algo nuevo, por lo que no deberíamos proteger tanto a los niños de ella ya que no se van a volver más violentos de lo que podrían haber sido nuestros abuelos y padres. Pero esta es una idea que deja abierto un gran debate con mucha opiniones diferentes.

Sandra Azuara Pallás

2 comentarios:

  1. Muchos libros infantiles conllevan violencia, como bien has nombrado, no es que haya que protegerlos de la violencia, sino enseñarles a que esto ocurre, pero debemos dar las estrategias necesarias para que sean buenas personas, y eviten o comprendan que hay otras vías para hacer las cosas.
    De todas formas, saliendo del tema libros, si protegen de los libros violentos, pero no de muchos programas y dibujos animados horrendos, que hoy en día ven los niños...
    Buen tema para discusión de opiniones.

    ResponderEliminar
  2. Me voy a unir al debate, me parece muy interesante no solo el tema que se ha planteado sobre la violencia o no para los niños, sino también el planteamiento de si somos violentos o no por naturaleza... Lo cierto es que creo casi como Hobbes, el hombre por naturaleza es un ser no violento, si no animal, no dejamos de ser animales, tenemos impulsos, abiertos cuando nacemos y la sociedad y educación es quién los va cerrando, esa es la cuestión... ¿cómo debemos "civilizar" a los más pequeños?, ¿cómo debemos ir cerrándoles esos impulsos violentos?... pues como acabo de decir a través de la educación, y ¿Qué mejor forma que educar que algo que les guste?¿Qué es lo que más les gusta a los niños?... Que les cuenten cuentos. Escuchar esas historias día tras día, refugiados en las palabras que tanta seguridad les dan cuando ya se saben los cuentos, y al tanto no cambies una palabra, porque se lo saben de memoria.

    Las historias que les contamos a los más pequeños son muy importantes, ellos se lo toman muy en serio, viven en las historias que les contamos, y se las creen. Quien no ha deseado volver a ser ese niño que se queda boquiabierto ante historias tan simples y hermosas, que de mayores llamamos "sin sustancia".... Pero, bien sabemos, que no todas las historias son buenas, o no todas son tan buenas como pueden ser, las mejores historias, son las que se cuentan entendiendo a los niños, y las que son explicadas para ellos, no desde ningún punto de vista moralizador ni de valores, sino desde el punto de vista de la vida misma, el niño no necesita todavía ser educado para ser mayor, pues no deja de ser un niño, (aunque claro está que no se deben admitir ciertos comportamientos). Los niños, y cuanto más pequeños todavía más, necesitan ser educados para aceptarse, sentirse alguien, sentirse algo, no sentirse como algo que tiene que cambiar, sino como algo aceptado, algo válido, algo que existe. Y para ello lo mejor es no negarles nunca esa naturaleza que llevan dentro de violencia, deben conocer la violencia, eso les enseñará a conocerse. Los niños cuando se ven reflejados en los cuentos, están aprendiendo más que nadie, se están viendo, se están sintiendo protagonistas, protagonistas de esas historias que tanto les gustan. ¿Cómo va a entender un niño que le está pasando cuando se enfada si se le enseña que está mal enfadarse?...

    Es por eso que autores como Sendak o Renar, que aceptan la infancia y la describen tal y como la recuerdan, deben ser reconocidos y leídos por todo el mundo, porque estas son las historias que realmente educan a los niños. Todos los niños y niñas tienen miedo y necesitan entenderlo, todos los niños y niñas tienen sentimiento de culpa y necesitan entenderlo, todos los niños y niñas tienen madres que se enfadan y necesitan entenderlo, todos los niños y niñas, son niños y niñas, y los niños y niñas hacen todas esas cosas.

    No conozco a Jules Renar, pero por lo que he leído en la entrada, no tiene una infancia muy distinta a la de Sendak, ambos se sentían solos, incomprendidos, sobre todo por sus padres. Sendak tenía el apoyo de sus hermanos, pero Renar estaba solo. ¿Son estas experiencias vividas las que hacen que estos autores, se dediquen a la literatura infantil y pretendan hacer que los niños se sientan comprendidos?...

    El debate sobre los medios de comunicación, vamos a dejarlo para otro día.

    Laia Gil Martínez.

    ResponderEliminar